La corona de adviento se hace con follaje verde sobre el que se insertan cuatro velas. También puede colocarse una imagen de la Virgen María en el centro. El primer domingo de adviento encendemos la primera vela y cada domingo de adviento encendemos una vela más hasta llegar a la Navidad.
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Mientras se encienden las velas se hace una oración, utilizando algún pasaje de la Biblia y se entonan cantos. Ésto lo hacemos en las misas de adviento y también es recomendable hacerlo en casa, por ejemplo antes o después de la cena.
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Su significado: la luz aumenta con la proximidad del nacimiento de Jesús, quien es la Luz del Mundo, (Jn 8,12: «Yo soy la luz del mundo; el que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida.»). Nosotros, unidos a Jesús, también somos luz, (Mt 5,14 a «Ustedes son la luz del mundo.»)
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Las ramas de verde perenne recuerdan que Jesús es la Luz eterna, y el color verde de la corona nos recuerda que este es un tiempo en que debemos renovar nuestra esperanza en Jesús, nuestro Salvador.
La imagen de María nos recuerda su entrega y su disposición para engendrar a Cristo en su interior, como está escrito en los Evangelios; «María dijo entonces: 'Yo soy la esclava del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho'.» (Lc 1, 38 a).
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El círculo nos recuerda que Dios no tiene principio ni fin, es eterno.
Recordamos la larga espera de la Humanidad que, cayendo en pecado, vivía en oscuridad. El Pueblo de Israel recibió de Dios la promesa y los profetas la mantenían viva en los corazones. Nosotros, por el Bautismo, estamos llamados a ser profetas y anunciar el Reino de Dios. Es así que nosotros, en Cristo, somos luz.
(En su mayoría extraído de: www.corazones.org).
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En este sitio, cada domingo de adviento incluiremos una nueva reflexión, encendiendo otra vela.
¡Preparemos nuestro corazón para recibir a Cristo!
¡Jesucristo ha resucitado, verdadaramente ha resucitado!