jueves, 20 de noviembre de 2008

Nuestra Hermana Favorita

Esta entrada está dedicada a nuestra "Alma Mater"...

Caro, te extrañamos!!!!!!!!!!!!!!!!! Necesitamos alguien que nos anime, que nos rete cuando sea necesario, que nos cante "Marta" y nos toque el güiro, que nos haga reír de nuestros defectos, que nos cocine pasta al horno, que nos................. en fin, te necesitamos.

Bueno, ya nos empezamos a poner sentimentales.

























Bueno, ya nos empezamos a poner sentimentales.










¡¡Te queremos mucho!!










Los Caritos...

domingo, 16 de noviembre de 2008

Venida del Reino de Dios

Fuente: Catholic.net
Autor: P. Juan Gralla Lucas 17, 26-37
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Como sucedió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre. Comían, bebían, tomaban mujer o marido, hasta el día en que entró Noé en el arca; vino el diluvio y los hizo perecer a todos. Lo mismo, como sucedió en los días de Lot: comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, construían; pero el día que salió Lot de Sodoma, Dios hizo llover fuego y azufre del cielo y los hizo perecer a todos. Lo mismo sucederá el Día en que el Hijo del hombre se manifieste. Aquel Día, el que esté en el terrado y tenga sus enseres en casa, no baje a recogerlos; y de igual modo, el que esté en el campo, no se vuelva atrás. Acordaos de la mujer de Lot. Quien intente guardar su vida, la perderá; y quien la pierda, la conservará. Yo os lo digo: aquella noche estarán dos en un mismo lecho: uno será tomado y el otro dejado; habrá dos mujeres moliendo juntas: una será tomada y la otra dejada. Y le dijeron: ¿Dónde, Señor? Él les respondió: Donde esté el cuerpo, allí también se reunirán los buitres. Reflexión Cuando alguien empieza una discusión con su marido (o esposa), o con un amigo, se cumple eso de que “el que pierde, gana”. ¿Qué significan estas palabras? Que el que está dispuesto a ceder es quien obtiene el triunfo. Triunfa sobre el egoísmo, vence en la caridad y gana la estima de Dios y de la persona con la que estaba discutiendo. Porque hay muchas victorias en el ámbito humano que son momentáneas, superficiales. Contentan un rato, pero luego dejan insatisfacción. Hay que ir más a fondo, evaluar si es preciso “ganar” siempre, tener la razón en todo, imponer los propios gustos a los demás. Con un poco de atención, veremos que la felicidad auténtica no viene por ahí. Aunque parezca extraño, nos sentimos más felices después de hacer un sacrificio, de haber dado una alegría a otro, etc. ¿Por qué? Porque eso viene de Dios, y sólo Él es quien puede hacernos auténticamente felices. El que está dispuesto a “perder la vida” ha entrado en el camino que Cristo siguió para la redención de los hombres. Es el camino de negarse a uno mismo, el camino de la cruz. Sólo a la luz de Cristo crucificado se puede vivir con autenticidad el cristianismo. Jesús lo perdió todo: sus discípulos le abandonaron, los soldados le arrancaron sus ropas, la muchedumbre se burló de Él... Sin embargo, gracias a la donación por amor al Padre, nos salvó de la condenación que merecían nuestros pecados y triunfó sobre el poder de la muerte, resucitando.

domingo, 9 de noviembre de 2008

Tener Amigos

Fuente: Catholic net Autor: P. Fernando Pascual L.C.
Otra vez suena el celular. ¿Quién será? Veo el número, el nombre. Una sonrisa aparece en mis labios: ¡un amigo!
Muchas veces quisiéramos tener un buen amigo: alguien que piense en nosotros, que esté a nuestro lado, que comparta los propios sueños y aventuras, al que podamos ayudar y que sea el primero en darnos una mano. La amistad implica siempre, como mínimo, a dos personas: no hay amigos si solamente es uno el que ama a otro. La amistad exige, por lo tanto, correspondencia: dos para los buenos y malos momentos, dos que caminan juntos, dos dispuestos a dar y recibir, dos que saben ayudar y acoger la mano que viene a levantar al caído.
La amistad empieza precisamente allí donde el trato descubre que el otro vale, que es un “tesoro”, que merece todo mi amor, mi tiempo, mis cansancios, mis consejos. Porque su vida es maravillosa, porque “estoy hecho” para amar, porque no puedo vivir solo, porque él también necesita de mis manos y de mis sueños.
La Biblia canta la belleza del amigo. Especialmente en el libro del Sirácide, donde podemos leer estos versos: “Si te echas un amigo, échatelo probado, y no tengas prisa en confiarte a él. Porque hay amigo que lo es de ocasión, y no persevera en el día de tu angustia. Hay amigo que se vuelve enemigo, y descubrirá la disputa que te ocasiona oprobio. Hay amigo que comparte tu mesa, y no persevera en el día de tu angustia. Cuando te vaya bien, será como otro tú, y con tus servidores hablará francamente; mas si estás humillado, estará contra ti, y se hurtará de tu presencia. De tus enemigos apártate, y de tus amigos no te fíes. El amigo fiel es seguro refugio, el que lo encuentra, ha encontrado un tesoro. El amigo fiel no tiene precio, no hay peso que mida su valor. El amigo fiel es remedio de vida, los que temen al Señor lo encontrarán. El que teme al Señor endereza su amistad, pues como él es, será su compañero” (Sirácide 6,7-17).
Es especialmente conmovedor el relato de la amistad entre Jonatán y David. El primero, hijo de Saúl, vence la rabia de su padre, está dispuesto a perder el trono con tal de darse al amigo. El segundo, un hombre de campo, abre su corazón al amigo, con la certeza de que no será traicionado (cf. 1Sam 18,1-20,42). El modelo más perfecto del verdadero amigo es Cristo. Para Él, el Señor, no somos siervos, sino amigos: por eso nos enseña todo lo que ha escuchado del Padre. No busca sólo caminar entre los hombres, sino que muestra su amor hasta dar la vida por nosotros, para salvarnos, para el perdón de los pecados. Por eso puede pedirnos que le amemos, que vivamos según su doctrina y sus mandatos (cf. Jn 15,9-17). Jesús nos permite descubrir que, realmente, Dios es amigo de los hombres (cf. Sab 7,23 y Catecismo de la Iglesia católica nn. 1371 y 2665), que busca nuestro bien y desea nuestra correspondencia, nuestra entrega de amor.
Tener amigos es un modo profundo y rico para desarrollar y vivir la virtud de la castidad. Así lo explica el Catecismo de la Iglesia católica (n. 2347): “La virtud de la castidad se desarrolla en la amistad. Indica al discípulo cómo seguir e imitar al que nos eligió como sus amigos (cf. Jn 15,15), a quien se dio totalmente a nosotros y nos hace participar de su condición divina. La castidad es promesa de inmortalidad. La castidad se expresa especialmente en la amistad con el prójimo. Desarrollada entre personas del mismo sexo o de sexos distintos, la amistad representa un gran bien para todos. Conduce a la comunión espiritual”.
Tener amigos. Hoy puede ser un momento para recordar tantos rostros, tantas sonrisas, tanto afecto recibido. Hoy, sobre todo, puede ser un día dedicado a no pensar en si soy querido, en si me han llamado más o menos amigos al celular. Esta vez me toca a mí buscar, llamar, ofrecer, esperar. Tomaré el teléfono, cogeré las llaves de casa, saldré a ver a ese amigo, deseoso de mi mirada, de mi sonrisa, de mi esperanza, de mi amor (que es caridad cristiana) sincero y pleno. A ese amigo que lo merece todo, porque también Cristo lo ha amado, y porque el mismo Cristo desea que mi amor, pequeño y pobre, se una al Suyo, capaz de redimir y de otorgar el gran don de la paz y la alegría.

Un abrazo grande amigos....