miércoles, 10 de junio de 2009

Un Joven Responsable

Título extraño, ¿no? Parece que estamos viviendo una crisis de responsabilidad. Las personas están viviendo en base del “sálvese quién pueda”. Es gente que tiene miedo de asumir responsabilidades. Hay falta de responsabilidad en los actos (familia, sociedad, gente de Iglesia de brazos cruzados, en omisión); hay falta de responsabilidad en la palabra (“me dijeron”… y con este fundamento, mucha palabra sin dueño anda corriendo por el mundo). Por todo esto parece extraño hablar de responsabilidad. Pero… una de las cosas más bellas que he visto florecer en algunas personas, en la Iglesia de hoy, sobre todo en el medio joven, es justamente el sentido de la responsabilidad (y es penoso que muchos adultos no entiendan esto). Jóvenes que trabajan, estudian y corren a la noche, a veces muy tarde, para una reunión de estudio y oración, porque se sienten responsables de su grupo. Jóvenes que andan kilómetros a pie en una tarde de domingo, para realizar un culto en una capilla rural, porque se sienten responsables de la comunidad eclesial. Jóvenes que concurren a un baile sin llenarse de bebida, porque se sienten responsables de la sociedad. Descubrieron la responsabilidad de ser testimonios en su medio. Jóvenes que corren, que juegan, que ríen, que viven, bajo el impulso de un joven responsable: Jesucristo. Y no encuentran esto extraño. Y no ven nada de antiguo en la responsabilidad.

Es cierto que muchos gustan de confundir responsabilidad con una mentalidad pasada de moda. Son iguales al encendedor de lámparas del Principito: se quedan dentro de sus límites de reglas y de horarios, y no tienen tiempo, no saben hacer tiempo. No se pueden comunicar. Olvidan lo que dijo el zorro: “Tú eres eternamente responsable por todo aquello que cautivas”.

Pero, para cautivar, las personas tienen que correr, sonreír, sufrir, vivir, comunicarse… tener tiempo. Sólo así la gente descubre con qué debe responsabilizarse. Y, una vez más, el ejemplo es Jesucristo. Él fue responsable, Él exige responsabilidad, Él distribuye responsabilidad. Viviendo, hizo el tiempo, corrió, sonrió, sufrió, cautivó, y construyó la historia, cumpliendo la misión de su responsabilidad: implantar, en el tiempo y en la historia, el Reino de Dios. Para eso y por eso; fue responsable…
- por el pueblo: “El Hijo del Hombre no tiene una piedra donde reposar su cabeza”. “Y tuvo pena de la multitud”;
- por el grupo: escogió Doce, y a ellos dedicó gran parte de su misión;
- por la persona: libra a la adúltera de ser apedreada y, por su comprensión, la transforma;
- por todos, sin distinción: aunque para esto haya tenido, a veces, que huir de los esquemas. Es el caso de la mujer cananea (Mt. 15, 25-28);
- Delante de Dios: expulsa a los mercaderes del templo.

Por todo esto, Él exige responsabilidad: “Si alguien quiere venir tras de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame”. Y consciente de que no debemos estar solos, distribuye responsabilidad: envía a los discípulos de dos en dos.

Esta es la responsabilidad que Jesucristo vivió y quiere que vivamos. También tú. Un día, en la fuente bautismal, tú te incorporaste a Jesucristo, volviéndote co-rresponsable por el Reino de Dios, en el tiempo y en la historia. ¿Has pensado esto? Entonces… manos a la obra.
(Extraído de "Alguien entre los jóvenes", de Judas T. Vivas).

¡Jesucristo ha resucitado… Verdaderamente ha resucitado!

domingo, 7 de junio de 2009

Santísima Trinidad

"El misterio de la Santísima Trinidad es el misterio central de la fe y de la vida cristiana. Es el misterio de Dios en sí mismo. Es, pues, la fuente de todos los otros misterios de la fe; es la luz que los ilumina. Es la enseñanza más fundamental y esencial en la 'jerarquía de las verdades de fe'." (C.I.C. pto. 234).

Hoy recordamos la fiesta litúrgica de la Santísima Trinidad, la fiesta de Dios. Pidámosle a la Santísima Trinidad que nos ayude a mantenerla siempre presente en nuestra vida diaria, y que sea el motor que nos impulse a reforzar nuestra tarea misionera.

Oración:

Padre Santo: te damos gracias por tu infinito amor, por la vida y por este hermoso tiempo de esperanza de nuestra juventud.
Te pedimos la gracia de contemplar el rostro luminoso de Cristo Joven, nuestro modelo, que nos llama a escuchar su voz y nos invita a seguirlo como el Camino, la Verdad y la Vida.Concédenos tu Espíritu, para que nos ilumine y nos haga conocer la Verdad, que fortalezca nuestra voluntad, y que así, con entusiasmo y responsabilidad nos preparemos para el servicio misionero que nos has encomendado. Amén.
¡Jesucristo ha resucitado... verdaderamente ha resucitado!